Empresa, economía y sociedad.
- Erich Martinez
- 20 may 2024
- 10 Min. de lectura
The behavior of the members of any cultural group is dependent, almost entirely, on the history of the people in that society.
Richard D. Lewis
La frase de Richard D. Lewis (2006), "El comportamiento de los miembros de cualquier grupo cultural depende, casi en su totalidad, de la historia del pueblo en esa sociedad", resalta la profunda influencia del contexto histórico en la configuración de las normas culturales y los comportamientos individuales dentro de una sociedad. Sugiere que las experiencias pasadas, los recuerdos colectivos y las tradiciones heredadas de un grupo juegan un papel significativo en la forma como sus miembros interactúan, piensan y se expresan.

Para profundizar y entender esta noción de las tradiciones heredadas y su efecto en el comportamiento individual y colectivo, es importante considerar cada uno de los siguientes aspectos:
a. Transmisión cultural. A lo largo de las generaciones, las sociedades transmiten sus valores, creencias y prácticas a través de diversas formas de comunicación cultural, incluyendo el lenguaje, la educación, la narración de historias y las normas sociales. Estos elementos culturales heredados dan forma a la cosmovisión y los comportamientos de los individuos, influyendo en su toma de decisiones, sus interacciones y su conducta general.
b. Huella histórica. Los acontecimientos históricos importantes, como las crisis, las guerras, las revoluciones o los períodos de opresión, dejan una marca indeleble en la conciencia colectiva de una sociedad. Estas experiencias dan forma a la identidad, la resiliencia y el enfoque del grupo ante los desafíos, influyendo en el comportamiento de sus miembros en las generaciones posteriores.
c. Estructuras sociales. Las sociedades desarrollan estructuras sociales únicas, incluyendo jerarquías de clases, roles de género y sistemas políticos, que a menudo están arraigados en procesos históricos y dinámicas de poder. Estas estructuras influyen en los comportamientos, las expectativas y las oportunidades individuales, dando forma al panorama cultural general.
d. Dinámicas en evolución. Si bien la historia ejerce una poderosa influencia, no es una fuerza determinista, ya que las sociedades y las culturas no son estáticas y por lo tanto evolucionan con el tiempo en respuesta a factores internos y externos. En este sentido, la capacidad de un individuo para actuar de manera autónoma, tomar decisiones independientes y desarrollar un pensamiento innovador puede desafiar y remodelar las normas existentes, lo que lleva a cambios culturales y adaptaciones conductuales.
La historia de una sociedad y el comportamiento de sus miembros están intrínsecamente entrelazados e influenciados por un legado duradero del pasado, que refleja la capacidad de adaptación y cambio frente a nuevas circunstancias. Comprender esta dinámica es fundamental para abordar la diversidad y la complejidad del comportamiento humano, de las culturas, que se han tejido alrededor de los escenarios económicos, políticos y sociales. El comportamiento de los individuos en el que se enmarcan las relaciones de tipo económico, político y social, ha sido el principal ingrediente para crear actores (oferentes[1] y demandantes[2] de bienes y servicios) y escenarios (mercados[3] físicos o virtuales) a través de los cuales se busca mediante la interacción, satisfacer las necesidades básicas insatisfechas. Estos actores que van desde individuos, colectivos, hasta empresas y grandes organizaciones, han establecido un mecanismo regulador denominado precio, a través del cual se establecen los términos de intercambio que deberán procurar la existencia de una asignación eficiente de los recursos y una distribución equitativa de la riqueza entre todos y cada uno de esos actores. Tanto a nivel individual como colectivo, así como en el ámbito empresarial y organizacional, en lo privado y en lo público, esas interacciones están regidas por un conjunto de leyes, principios y normativas que delimitan el alcance de esas actividades como agentes económicos y las cuales han evolucionado a lo largo del tiempo según el contexto y las circunstancias económicas, políticas y sociales del momento.
La motivación para el surgimiento de estas interacciones radica en el impulso constante de los seres humanos por satisfacer como se ha mencionado, sus necesidades esenciales como: alimentación, refugio, comunicación, salud, entre otras. De tal suerte que, el análisis y comprensión de las decisiones tomadas en el marco de estas interacciones, tanto a nivel individual como colectivo, y su impacto en el bienestar económico de las personas y la sociedad en su conjunto, enfrentan el desafío fundamental de los recursos limitados y la diversidad creciente de necesidades. De esta manera, surge la actividad económica como una respuesta a esta realidad de escasez, que nos afecta a todos por igual, pues a pesar del progreso económico alcanzado por algunos, todavía existe una parte significativa de la población que lucha por cubrir incluso las necesidades más básicas para su supervivencia. Es así como la economía, el concepto de economía[4], se ha integrado de manera intrínseca en nuestra vida cotidiana, ofreciéndonos herramientas para tratar de comprender mejor el mundo que nos rodea, procurando darnos a entender y analizar, por ejemplo, las políticas económicas implementadas por los gobiernos, para de esa manera poder estar en capacidad de formarnos opiniones informadas sobre los asuntos que nos impactan directa o indirectamente. Es por esto que los conocimientos económicos no solo son útiles en el ámbito personal, sino que también son aplicables a la toma de decisiones empresariales y a las políticas gubernamentales. En última instancia, la economía nos puede proporcionar un conjunto de conocimientos prácticos que pueden ayudarnos a resolver problemas, comprender nuestro entorno y, en todo caso, a contribuir a mejorarlo no solo a través de nuestro actuar individual y colectivo, sino también a través de la gestión empresarial.
Vale la pena resaltar, que, en el entramado de un sistema económico, diversas instituciones y personas participan activamente en una variedad de actividades económicas y todos estos actores, conocidos como agentes económicos o unidades básicas de decisión económica, desempeñan un papel fundamental en la dinámica de la economía social, empresarial y política de un país.
Con el fin de comprender mejor su comportamiento y su impacto en el sistema, estos agentes se han clasificado en diferentes conjuntos según la naturaleza de las actividades económicas que llevan a cabo, así (Aragón, 2016):
a. Las economías domésticas o consumidores, que son las unidades básicas de consumo, definidas como el conjunto de personas que viven bajo un mismo techo y toman decisiones conjuntas.
b. Las empresas o productores, que son las unidades básicas de producción y están formadas por el conjunto de personas que, a través de unos factores de producción, generan bienes y servicios para satisfacer necesidades.
c. La administración pública, que está compuesta por el conjunto de organismos y departamentos que están bajo el control directo de un gobierno de cualquier tipo.
En la intersección dinámica entre empresa, economía y sociedad, se forja un tejido vital que moldea día a día el curso de la civilización moderna. Las empresas, como unidades económicas que actúan en un mercado, no solo buscan la maximización de beneficios, sino que también actúan y son agentes de cambio social y económico. Su capacidad para generar empleo, innovación y riqueza materializa el progreso económico, al tiempo que su influencia en la sociedad abarca desde la distribución de recursos hasta la configuración de valores y normas. Esta relación simbiótica entre empresa, economía y sociedad es un motor poderoso que impulsa el desarrollo, pero también plantea desafíos éticos y de equidad que requieren un escrutinio constante para garantizar que el progreso económico esté al servicio del bienestar social.
Para ilustrar el impacto práctico y el alcance de la relación entre empresa, economía y sociedad, basta con hacer memoria de lo sucedido entre los años 2019 y 2021 en América Latina, particularmente en Chile y Colombia, donde se dio una serie de protestas que fueron conocidas como “estallidos sociales”. Estas protestas, fueron eventos significativos que reflejan las complejas interacciones entre la economía, la sociedad y las empresas. Movimientos que no solo fueron respuestas a problemas económicos específicos, sino también a desigualdades sociales profundas y a la percepción de desconexión entre las élites empresariales, la política y las necesidades de la población general.
Estudio de Caso: Las Protestas Sociales en Chile y Colombia (2019-2021)
a. Contexto
En Chile, las protestas estallaron inicialmente en octubre de 2019 debido al aumento de las tarifas del metro en Santiago, pero rápidamente se transformaron en un movimiento más amplio que exigía reformas estructurales en pensiones, salud, educación y la constitución del país. La crisis reveló la profunda desigualdad y la insatisfacción con el modelo económico neoliberal que había sido alabado globalmente, pero criticado internamente por su distribución desigual de la riqueza.
En Colombia, las protestas comenzaron en noviembre de 2019 y se reavivaron en 2021, impulsadas por propuestas de reforma tributaria que buscaban resolver problemas fiscales a costa de la clase media y baja en el contexto de la pandemia de COVID-19. Estas manifestaciones reflejaron frustraciones más amplias respecto a la desigualdad, la corrupción, la violencia y el sistema de salud.
b. Análisis de la Relación entre Economía, Sociedad y Empresa
i. Economía. Chile y Colombia compartieron un contexto de crecimiento económico que no se traducía en mejoras en la calidad de vida de todos los sectores de la sociedad. El descontento se agudizó con políticas percibidas como favorables a las élites y a intereses empresariales grandes, en detrimento del bienestar general. Las reformas propuestas, ya sea en el transporte o en la tributación, actuaron como catalizadores de un descontento más profundo con sistemas que parecían perpetuar la desigualdad económica.
ii. Sociedad. Las protestas demostraron un claro reclamo por mayor justicia social, participación democrática y derechos humanos. Los manifestantes exigían un cambio en el modelo socioeconómico que redistribuyera más equitativamente los recursos y las oportunidades. La respuesta violenta a las protestas por parte de las fuerzas de seguridad aumentó la sensación de desalienación entre los ciudadanos y sus gobiernos, exacerbando las tensiones.
iii. Empresa. Las empresas en ambos países enfrentaron desafíos significativos durante las protestas. Muchas sufrieron daños físicos o interrupciones en sus operaciones, lo que impactó la economía local y la percepción del clima de inversión. A largo plazo, las protestas han impulsado a algunas empresas a reconsiderar su rol en la sociedad, destacando la importancia de la responsabilidad social corporativa y el desarrollo de políticas empresariales que contribuyan a un bienestar social y económico más amplio.
c. Conclusión
Las protestas en Chile y Colombia ilustran la intrincada relación entre economía, sociedad y empresa, revelando cómo las políticas económicas y las decisiones empresariales pueden tener profundas repercusiones sociales, especialmente cuando grandes segmentos de la población se sienten excluidos o marginados de los beneficios del crecimiento económico. Para las empresas y los gobiernos de ambos países, el desafío sigue siendo cómo estructurar políticas que promuevan un desarrollo inclusivo y equitativo que pueda estabilizar y enriquecer el tejido social y económico. Este estudio de caso subraya la necesidad de un enfoque más integral y participativo en la toma de decisiones económicas y empresariales para fomentar una sociedad más justa y equitativa.
Es evidente que las protestas sociales tienen un impacto significativo en las teorías y prácticas administrativas que se aplican tanto en la gestión empresarial pública como privada. Estos movimientos han acelerado la adopción de responsabilidad social, gestión de crisis, flexibilidad organizacional, diversidad e inclusión, ética y transparencia dentro de las organizaciones. Estas transformaciones señalan una evolución hacia un modelo de negocio, sociedad y estado más consciente y receptivo, que no solo persigue el éxito económico, sino que también busca contribuir positivamente al bienestar general de la sociedad.
Como lo escribió (Aktouf, 1998) citando a T. Veblen, “el comportamiento de la gente de negocios, jefes de industrias y administradores, preocupados casi exclusivamente por la rápida fructificación de las utilidades y la especulación, es un comportamiento de depredadores y agentes, no de mejoramiento económico y de progreso, sino de destrucción en el largo plazo”. Es probable que la obtención del beneficio económico y financiero, en su sana definición no tenga nada de reprochable, pero conviene evaluar si lo es, la manera como se obtiene.
Notas.
[1] Hace referencia a la cantidad ofrecida de un bien o servicio, entendida como aquella que están dispuestos a vender los vendedores en un periodo determinado. Esta depende del precio del bien y de otros factores, principalmente los precios de los factores utilizados en la producción y las técnicas de producción de que disponen los vendedores. (Fisher, Dornbusch, & Schmalensee, 1992).
[2] Hace referencia a la cantidad demandada de un bien o servicio, entendida esta como aquella que están dispuestos a adquirir los compradores en un periodo determinado. Esta depende del precio del bien y de otros factores, incluidos los precios de otros bienes y rentas y los gastos de los compradores. (Fisher, Dornbusch, & Schmalensee, 1992).
[3] Un mercado es un conjunto de mecanismos mediante los cuales los compradores y vendedores de un bien o servicio están en contacto para comerciarlo. (Fisher, Dornbusch, & Schmalensee, 1992).
[4] La economía es el estudio de la forma en que las sociedades deciden que van a producir, como y para quien con los recursos escasos y limitados.
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